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29 octobre 2006 7 29 /10 /octobre /2006 23:25

            ¿Por qué no? ¿Por qué no mejorar un poco nuestra realidad?, ¿por qué no buscar vivir mejor? Tender un puente entre nuestra situación actual, ya sea personal o colectiva, y una situación mejorada, siempre se podrá considerar como una empresa que vale la pena, algo que debe hacerse. Debido a que el ser humano es una criatura que vive en colectividad, el mejorar la condición de la sociedad en sí todavía se considera el fin último de cualquier líder, o de la burocracia que detente el liderazgo. Lo expuesto, a grandes rasgos, es la idea de ‘progreso’, y no sólo en su concepción actual. Tal vez hoy, la idea de ‘mejora’, para algunos, implique un televisor más grande, o dos autos en vez de uno. Para los antiguos griegos podría haber significado más fuerza (preocupación de la Grecia clásica), o un mejor gobierno (una de las preocupaciones de Platón). Las múltiples fracturas de la unidad cultural contemporánea permiten una enorme cantidad de visiones al respecto, pero; aunque para unos signifique menos autos y más naturaleza, y para otros quiera decir tecnología de punta, ‘mejorar’ sigue siendo uno de los nortes de la sociedad en el mundo entero.

            Han cambiado nuestras aspiraciones, han cambiado nuestros métodos, nuestra tecnología, nuestras ideas, ha cambiado mucho desde los principios de la historia, pero el impulso ha permanecido entre nosotros, todos queremos mejorar. Genial, hagámoslo pues. Pero que de algo sirvan las experiencias del pasado y los fracasos del presente. Somos un mundo con problemas, muchos problemas. Para consuelo de los países pobres, los países ricos también tienen problemas, para consuelo de los países ricos, los pobres tienen muchísimos más problemas. Para enfrentar cualquier problema, debemos apelar a una solución. La ciencia es la que más éxito ha tenido a la hora de mejorar nuestras vidas, no sólo por la tecnología que ha sido capaz de inventar desde el Siglo XIX, sino también por los logros que alcanzara en tiempo muy antiguos, ya que la búsqueda racional de soluciones puede generalizarse como ‘conducta científica’ (que no lo es todo en la vida, ojo), y fue esa actitud, más la infaltable imaginación, la que permitiese el tallado de la piedra, el aprovechamiento de las pieles de animales, el uso de los metales, el descubrimiento de la agricultura, la construcción de ciudades, y un muy extenso etcétera.

            No voy a mencionar todos los errores achacados a una supuesta ‘actitud racional’, ya que son demasiados. Valga, simplemente, decir que el ser humano posee un conjunto de sentidos fisiológicos, y dos mentales (lógica y memoria), de los que debe servirse para enfrentar cualquier problema, el utilizarlos sería equivalente de racionalidad. La racionalidad, la referencia a una realidad que existe en común; no una construcción teórica, no una ilusión religiosa, es el único punto de vista que puede crear un consenso siquiera sobre el problema en cuestión. El problema surge a la hora de las respuestas, ya que la mentalidad carente de rigor, el dogmatismo teórico, las fantasías de tal o cual fe, han atacado, dañado y deformado la racionalidad promedio, casi destruido un sano sentido común. Todo es según tal o cual, lo que ya de por sí es falso, todo es como es, y se puede ignorar la opinión de tal o cual, a menos que describa correctamente aquello que es.

            Problemas mayores surgen con los que no sólo abogan, sino que están convencidos, de otras realidades, fantasiosas como la de un ser supremo que te ama, o aparentemente más reales; en el fondo no menos ficticias, como rebuscadas conspiraciones de poder que involucran aviones controlados y demolición ‘voluntaria’ de las Torres Gemelas. En el reciente IV encuentro iberoamericano de escritores, organizado por la Fundación Simón I. Patiño, Santiago Roncagliolo, en una muy elocuente exposición (frag.)(sin ningún apoyo escrito, lo dije y se lo repito, me saco el sombrero. Expresión, claro, ya que no uso sombrero) sugirió, por buenas razones y sinceros sentimientos, una renuncia a las metaverdades, se refería, entre otras, a las simplificaciones de imbecilistas (véase entrada previa en esta bitácora) o de la derecha. La prudente posición de Roncagliolo sería mucho más positiva si fuese compartida por más (y el MAS). Santiago, que declaró buscar un mundo mejor, o algo así, renunció a la defensa a ultranza de posiciones ideológicas, y prefirió el camino del testigo, del ojo que observa y comunica su visión al resto de la sociedad. Un excelente y comunicador camino, al mejor estilo de lo sugerido por Habermas, pero poco útil en la discusión política.

            Todos buscamos progresar, aunque difiramos en las dianas que buscamos atinar. La búsqueda de un consenso, de una realidad referente para uno y otro bando (ya que siempre hay uno y otro bando), el camino de la conciliación se puede mencionar filosóficamente, artísticamente, pero cuan inaplicable aparece en otras arenas más prácticas. Ejemplo: Osama, ¿no crees que te equivocas?, Fidel, ¿no crees que te equivocas?, Chávez, ¿ídem?, Kim il Jung, ¿no crees que has fracasado? Si Osama no se equivoca, pues nos iremos al infierno (los no musulmanes, los musulmanes liberales, y peor los no religiosos), directo a la guejena. A los otros ya ni los menciono. El problema de una posición racionalista en la búsqueda del progreso, de un mundo mejor, es que se choca, al infinito, con descripciones de mundos ficticios, y realidades inexistentes, posiciones desde las que la reconciliación o la posibilidad de consenso, se pierden hasta anular su posibilidad. ¿Es necesario mencionar ejemplos? Valga uno cercano, en Bolivia, la actitud del MAS en la Constituyente (algunos dirán que la intransigencia es de los otros, sigue siendo lo mismo, la imposibilidad de encontrar terreno común, una concertación).

            Y ¿qué queda? Desde el racionalismo creemos en la realidad objetiva—y sí, estamos en minoría, sólo queda repetir descripciones, para que esa realidad vaya ganando adeptos, con la esperanza de que alcanzar las dianas ya no implique destruir a todas las personas que se encuentran entre tu persona y ese objetivo. Todos buscamos el progreso, yo también, renunciemos a ser dianas de unos y otros. Vanas esperanzas, falsas esperanzas, pero ¿qué más nos queda?

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commentaires

D
Rodrigo<br /> No seria mala idea que escribas una novela sobre un Serial Killer bastante original.
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R
Perdón por tardar tanto en responder. Sería un verdadero regalo tener la idea para un asesino en serie original, el mercado de la ficción está bastante copado por novelas de ese tipo, sobretodo después del éxito de Hannibal Lecter, y otros que siempre fueron taquilleros. No dudes que si se me ocurriese una idea al respecto, pues la escribo. Mas ahora no tengo nada en mente con un tema de ese tipo.