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19 mai 2010 3 19 /05 /mai /2010 05:01

 

Por Rodrigo Antezana Patton

Astroregalo001                Si bien la historieta existe, de una forma u otra, en todo el mundo, tres son las corrientes principales: la estadounidense lidera, la francófona es un aporte importante, y la japonesa se está comiendo al mundo. Si hablamos de promedios, todas son malas, produciendo más tonterías que buenas narraciones; pero, siendo justos, cada una también tiene algo que aportar. ‘Astroboy’, o Tetsuwan Atomu, es uno de los aportes japoneses. Si la historieta japonesa, o manga, se caracteriza por unos ojos bastante grandes, esto se debe a Osamu Tezuka, creador de Astroboy, Kimba y Black Jack, entre otros. Su estilo—que se pegó a todos los demás dibujantes, dada la popularidad de su obra—incluía unas órbitas oculares de considerable tamaño, porque a Osamu le gustó mucho el aspecto de nada menos que Mickey Mouse. (La influencia Disney-Osamu dio un giro en 1994, cuando los estudios Disney estrenaron “El rey León”, que tenía un inconfundible parecido con Kimba, el león blanco. Osamu había logrado influenciar a Disney.) El éxito de la historieta (1952) de Tezuka permitió la creación del primer serial de televisión de dibujos animados producido en Japón (1963).

                Uno de los pocos nuevos mitos de la literatura es ‘Frankenstein’, que si bien puede tener sus precedentes narrativos, sólo la inmortal obra de Mary Shelley le dio una forma completa: la creación humana con vida, producto de la tecnología. En el caso de Frankenstein, tenemos a un monstruo, lleno de odio y frustración. Hay muy pocos ejemplos de lo contrario. Por lo general, la narrativa de ‘creación de vida’ sólo ha generado seres que quieren destruir a sus creadores; en cambio, Astroboy es uno de los muy pocos otros. El genial científico, Doctor Tenma, pierde a su hijo, Tobi, en un accidente, por lo que construye una máquina-niño para reemplazarlo. Poco a poco, Tenma se da cuenta que el robot no podrá llenar el lugar de su hijo, y lo rechaza. (La película siguió fielmente esta estructura, que es la de la historieta original) ¿En qué se convertirá este robot?, ¿buscará vengarse de la humanidad? La narrativa de Osamu es contraria a la opción monstruo de Frankenstein.

                “Astroboy”, la película, trae a este simpático personaje de vuelta a la vida. Como una de las más emblemáticas creaciones de la narrativa japonesa, Astroboy es un personaje que vale la pena volver a narrar. Ya no recuerdo los capítulos de dibujos animados que viera de niño, tendré que buscarlos, de seguro que estaban poblados de malvados extraterrestres, asesinos superpoderosos, y más de uno debió contar con poderes extrasensoriales. A mediados de esta década, Astroboy retornó a la televisión; pero apenas pude ver algunos capítulos, por lo que me alegró ver este filme. La idea central, que la película nunca traiciona, es la búsqueda de humanidad, de aceptación, de poder dar y recibir. Uno no tiene por qué creer en robots con vida, o una inteligencia artificial con sentimientos—conceptos que a mí me parecen de lo más errados—para gustar de “Astroboy”. Verán, no importa tanto el pretexto narrativo cómo lo que haces con él. La decepción de Tenma, el robot que no podrá ser el hijo que desea, las dudas de los accidentales compañeros de la máquina-niño, o la aceptación de Astroboy de su propia naturaleza, conforman un arco narrativo rico y atractivo.

El guión tendrá algunas debilidades, unos finales felices gratuitos (oh, justo estaban por ahí los padres de Cora, ah, vaya, por suerte no le pasó nada al fulanito), un enemigo simplista, un típico malo malito; pero el resto ya es suficiente para elevar a “Astroboy” por encima del promedio, sobre todo en tiempos de Avatares. Puede que a mí no me gusten los robots con sentimientos, no importa, me gustan las historias humanas, y éstas pueden incluir robots como Astro.

Astroregalo002

 

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