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30 novembre 2011 3 30 /11 /novembre /2011 05:21

Por Rodrigo Antezana Patton

Amigos003            En septiembre del 2008 aconteció un evento sorprendente, la Bolsa de valores de Nueva York cayó alrededor de 6% en un solo día, yo quedé muy sorprendido. En tan sólo horas, billones de US$ habían desaparecido de la economía estadounidense, ¿por qué? Desde aquellos días hasta hoy, esta pregunta ha estado rondando mi mente, la respuesta, claro está, es una muy larga y compleja. El pasado 3 de noviembre del presente año, en la UPAL, di una disertación sobre el tema que apenas rozó la superficie de la profunda y dolorosa complicación en la que nos hemos metido. Puedo decir que, con todos sus defectos y limitaciones, la conferencia dio un aceptable resumen. Claro que hay más, mucho más. Como un buen rompecabezas tridimensional, la crisis tiene muchísimos aspectos, del que sólo uno; aunque muy importante, es comunicacional. Dado que soy comunicador, y no economista, este aspecto, el de la comunicación, es el punto de vista más familiar para mis ojos. Recuerdo que al principio no podía creer la magnitud del problema, me era difícil pensar que algo así se dé frente a la mirada de todo el mundo. (Foto: Marc Faber)

            La dimensión de la catástrofe y la sinvergüenza con que el mundo buscaba ocultarla, gritaban que por detrás de esta realidad se encontraba un profundo malestar en el intercambio de información. Se podría decir que eran principalmente tres los elementos que impedían una mejor comunicación: la visión de coyuntura, la teoría y la negación. Permítanme hablarles de ellos.

La prisión de lo inmediato

            Los medios de comunicación cumplen una función muy importante, la de transmitir los sucesos del día a día. Los noticieros de todo el país, y del mundo, cumplen con efectividad esta función de informar sobre la coyuntura de una ciudad o región, a través de los familiares noticieros de la mañana, el mediodía y la noche. Como resultado, la gente puede estar muy bien enterada de los acontecimientos que la rodean. El aspecto negativo de este modus operandi, prisionero del presente, se manifiesta de dos maneras: no existe memoria del pasado ni proyección al futuro.

            No puede existir memoria debido a que el trabajo es informar sobre el presente, la pregunta que se busca responder es ¿qué sucedió hoy? Buscar conocer las causas del fenómeno, saber qué provocó ese problema, mirar hacia atrás e indagar, no es algo que el informativo promedio pueda hacer, porque simplemente carece de los recursos y tiempo necesarios para hacer esto. De seguro, en algunos casos, también les falta interés en saber más. Esto no sólo sucede en nuestro medio. En los Estados Unidos, CNN debe informar, en el espacio de una hora, sobre algún escándalo reciente, problemas en Oriente Medio, Irán, y alguna nota anecdótica más. Para presentar esas horas de entretenimiento informativo, los periodistas, editores y productores, deben trabajar a un ritmo violento, deben hacer entrevistas, preparar el guión e incluso estar disponibles para enlaces en vivo donde repetirán lo que encontraron durante el día. El cuero no da para más. Trabajan todo lo que pueden, y cada jornada ofrece más tela para cortar.

problemascom001            Un programa de CNN con Anderson Cooper u otro presentador, tiene que saltar de un país a otro, de algún caso curioso, al comentario, para suavizar la seriedad. Hay una hora que llenar y otra más. Las noticias son de hoy, o consecuencias de lo que sucedió ayer, no involucran acciones de hace veinte años, no hay proyecciones al futuro. Ningún deportivo podría funcionar adivinando los resultados del domingo, de igual manera, los noticieros no pueden prevenir de aquello que podría ser un problema en unos meses. Por su manera de enfrentar la realidad, que hasta cierto punto es también la nuestra, los medios no tienen memoria ni preocupación por el futuro. Claro, también hay la excepción a la regla, las revistas que pueden explorar más a fondo algún problema, los programas de televisión que dan un vistazo a lo acontecido durante la semana, y traen invitados para discutir sobre un asunto en particular. Llaman a los expertos que, supuestamente, conocen mejor el problema… y esto nos lleva al segundo elemento. (Foto: la gran depresión, multitud afuera del Banco de los Estados Unidos)

Contaminación de la fuente

            El año 2006,  frente a una asociación de banqueros hipotecarios, Peter Schiff dio un discurso que debió haber sido histórico. Frente a profesionales del rubro, él se atrevió a decirles que su negocio estaba destinado al fracaso. No es que Schiff tuviese poderes extrasensoriales, les estaba explicando cuál era el problema con el mercado hipotecario y qué iba a suceder a raíz de esto. Él dio la respuesta correcta, y la imagen no era nada halagüeña: el mercado hipotecario iba a reventar. Junto a Schiff se encontraba el doctor Barry Asmus, miembro del National Center for Policy Analysis, quien estuvo dispuesto a llevarle la contra a Peter con datos en la mano, incluso citando un estudio de la universidad de Harvard. Finalizada la conferencia y el debate, fue Schiff el que, en esta ocasión, debió enfrentar el escepticismo por parte de algunos en la audiencia, además de unas cuantas rechiflas. Schiff había vaticinado el colapso económico del 2008, nada menos que dos años antes de que éste acontezca. No fue el único.

            Schiff, Celente, Faber y muchos otros economistas e inversores, vieron el problema del mercado hipotecario e hicieron todo lo posible por avisar a sus clientes, así como a la población en general. Después del colapso del 2008, cualquiera diría que estas personas, las que previnieron, deberían haber recibido un mejor trato por parte de los medios y los políticos, ya que sus informes demostraban con creces que conocían la naturaleza del problema; sin embargo, no se hizo nada de eso y ahora nos encontramos en medio de un problema peor. ¿Por qué puede suceder algo así?, ¿por qué escogería la sociedad ignorar a las personas que dieron el diagnóstico correcto? Resumiendo una larga historia, esas personas que dieron en el clavo son rechazadas no por la sociedad en sí, sino por aquellos que no están de acuerdo con el trasfondo de sus ideas. La academia está dominada por los economistas keynesianos, los seguidores, en todo o en parte, del economista inglés John Maynard Keynes, que abogaba por la intromisión del estado en la economía. Keynes recibió una inmerecida buena prensa debido a las acciones populares de Roosevelt, en los años 30’s y principios de los 40’s.

Amigos004            De acuerdo a la tradición, Roosevelt sacó a los Estados Unidos de la depresión gracias a una fuerte intervención en masivos proyectos estatales. Desde entonces, hasta ahora, los keynesianos se han aferrado a esta idea incorrecta. La versión contraria dice que Roosevelt atrasó la corrección del mercado debido a sus enormes gastos, que empeoró la depresión; aunque la información mediática siempre le fue favorable, ya que las campañas de ayudas se lograron ganar la simpatía del público—si alguien te regala algo, te va a caer bien, ahora, si el regalo proviene del estado, ¿de quién es el dinero? Eso ya no te preguntas—. Esta versión contraria, la que ataca a Roosevelt, parte de los liberales, en resumidas cuentas, de la escuela austriaca: Von Mises, Hayek, Rothbard, etc. Actualmente, todos los que predijeron los problemas del mercado de los últimos años se reconocen, en todo o en parte, como seguidores de la escuela económica austriaca, mientras los burócratas, los economistas académicos y los medios, son keynesianos duros o ligeros, con algunos socialistas empeorando el panorama. (Foto: Santiago Niño Becerra)

            Dado que el ser humano no ve la realidad, sino una construcción mental deformada por la teoría de la que haga uso, el choque de estas teorías todavía determina nuestra lectura de la situación. Recordando un poco lo que sucedió  a finales de los años 80’s, cuando los países detrás de la cortina de hierro, los llamados socialistas, colapsaron, política y económicamente, se llevaron consigo a las ideas equivocadas que construyeron esos mundos. Fue necesario el colapso político total de países enteros para que ciertas teorías queden desprestigiadas. La realidad es la validación más fuerte que puede tener cualquier ‘teoría’; pero el mundo de las ideas tiene tal fuerza que mucha gente no enfrentará la realidad hasta encontrarse ahogado en cenizas. En este momento, la teoría keynesiana está luchando por su vida, mientras sus cultores rechazan todos los datos arrojados por los hechos.

            Entonces, el comunicador que debe hacer una nota económica se encuentra nada menos que atrapado en medio de una batalla intelectual entre un reducido número de liberales versus un considerable ejército de keynesianos. Y la mayor parte de los comunicadores ya han tomado un lado, están respaldando a uno de los bandos, al de los keynesianos. Jim Rogers, Marc Faber y Peter Schiff, aparecen con frecuencia en la televisión (aunque no tanto como inmediatamente después del colapso de la bolsa, el 2008), puede que sus participaciones no tengan el apoyo de los presentadores, o que se encuentren con el escepticismo y hasta hostilidad de alguno del canal, pero sus palabras, sus explicaciones, ya se deberían haber ganado el respeto de todos, por lo que aquí entra en juego el tercer elemento que debo mencionar: la negación.

No hablan de mí

            Cualquiera de los autores que he estado leyendo o viendo, ofrece su particular visiónAmigos002 de lo que es un apocalipsis económico. Ya sea Peter Schiff, en los Estados Unidos; Marc Faber en Suiza o Singapur; Michael Maloney, recomendando oro en cada reunión pública; o Santiago Niño Becerra, desde la vapuleada España, todos sólo tienen malas noticias: el mercado debe corregirse, el nivel de vida de los europeos y estadounidenses se verá muy disminuido, se viene una depresión hiperinflacionaria, el estado debe realizar más recortes, etcétera. Por otra parte, para los keynesianos, el sol está esperando a la vuelta de la siguiente esquina. Si por un lado los políticos no tienen la voluntad de enfrentar el problema en el que estamos inmersos, la población en general también se ha decantado por negar la realidad y aferrarse a cualquier esperanza. Esto es comprensible, es una reacción natural que se aferra a lo que se tenía; sin embargo, el rol de los medios de comunicación no debería ser reconfortar a la gente en su inseguridad, sino lo contrario, pedirles valor y explicar los sacrificios que se requieren para superar este desastre. La gente también puede ser valiente, si no se los incentiva en su cobardía. (Foto: Peter Schiff)

            No es que la posición liberal no haya tenido su momento, ni la posibilidad de expresarse, lo tuvieron y la tienen, es que el público ha preferido darle la espalda, por el momento. La noción de normalidad, la de un momento al que desean volver, ha primado sobre la audiencia por encima de la obligación racional de lidiar con esto. Así, en medio del desastre, cuando FIAT ya habla de renegociar todos los contratos laborales con sus empleados, mientras en España se discute nuevas reglas de contratación para lidiar con su 20% de desempleo, y en los Estados Unidos la gente se atropella por conseguir gangas, se ha elegido ignorar la profundidad del lío, pretender que no es lo que es, para que pase, y vuelvan los buenos viejos tiempos. Me temo que esta vez no será así y es parte de nuestro rol el decirlo.

Antes de que termine el mes he hecho algo inédito para mi persona, he subido varios videos míos a youtube, así que por fin tengo una presencia audiovisual en la red. Es mi conferencia sobre el Colapso Económico mundial, a ver si logran pillarlo, todavía no está completa, y es por eso que no incluyo un enlace a los videos. Pondré el enlace el finde, si logro terminar de editar y subirlos a youtube. Resultó mucho más fácil de subir en finde que durante la semana.

Otra vez bajaron los números de audiencia; pero yo soy el único culpable... veremos si en diciembre, mes para el que traigo mucha alegría, es la hora de poner la mejor cara--porque vienen tiempos duros, hay que ayudar a subir el ánimo como sea--y sonreír lo mejor que podamos. Les cuento que pondré listas, siquiera unas tres o cuatro, sobre películas que vale la pena ver, por x o z razón. También tengo que escribir una nota más sobre ciencia ficción, sobre el nexialismo. En otras palabras, fuera de la conferencia, hay que pasarla pachanga... ¡son fiestas de fin de año!

Respecto a esta nota, es un artículo preparado para una revista digital de la UPAL, ya perdí su enlace, pero lo voy a subir ni bien lo vuelva a tener. Es un aspecto específico del problema que he estado estudiando. 

Eso es todo, divertíos. 

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