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22 avril 2007 7 22 /04 /avril /2007 00:21
            Si bien la ciencia ficción como género todavía es bastante despreciado por la crítica literaria, creo que como tal nos ha legado ya un buen número de textos que no se diferencian de la buena literatura a secas. Creo, además, que la literatura seria ha extraviado el camino y se torna cada vez más irrelevante, y cuando no lo es, o sea: cuando es más relevante, pues también es más ‘ciencia ficción’. Esa es la desventaja de ponerle etiquetas a todo, si bien es un buen mecanismo de mercadeo, no es uno que nos ayude a observar mejor. Sin embargo, hay textos que por la fuerza de su voz simplemente rompen cualquier confinamiento, éste fue el caso de las siguientes tres novelas (que no son las únicas, ¿eh?)
 
El valor de renunciar a ser feliz

            Desde finales del siglo XIX que la ciencia ficción, como género, veía con muy malos ojos el porvenir del mundo. A pesar de las grandes distancias que existen entre la imaginación y la realidad, es sorprendente ver lo cerca que estuvieron muchos autores sobre lo que sucedería con nuestro mundo. Uno de los que estuvo muy adelantado a su tiempo, y al nuestro, fue Aldous Huxley con su libro ‘Un mundo feliz’ (Brave new World). Creo que es apropiado el transcribir el epígrafe de la obra, traduciendo del francés, así que me perdonan los errores: “Las utopías se nos muestran como fácilmente realizables, algo que no creíamos antes. Nosotros, hoy en día, enfrentamos una angustiante pregunta muy diferente: ¿Cómo evitar su realización definitiva? … Las utopías pueden hacerse realidad. La vida marcha hacía las utopías. Dentro de poco comenzará un nuevo siglo, un siglo donde los intelectuales y las personas cultas deberán conseguir los medios para evitar las utopías y regresar a una sociedad no utópica, menos ‘perfecta’ y más libre.” Esta corta cita pertenece a Nicolas Berdiaeff (Nicolai Berdyaev), un intelectual ruso, fue uno de los fácilmente decepcionados con el marxismo, a pesar de ser revolucionario y progresista—esta palabra es tan mal utilizada, ¡suspiro!—lo que provocó su expulsión de Rusia, una vez instalada la tiranía soviética, en 1922. Su trabajo principal lo desarrollaría en Francia.

            Huxley, en su libro ‘Mundo Feliz’, mostraría a través de la literatura y la imaginación, un mundo perfecto en la medida de lo posible. Esto incluía la droga soma en mayor o menor medida, de acuerdo a tu nivel social; también estaba la limitación de la capacidad intelectual, desde el nacimiento, para acondicionar a las personas a cierto tipo de trabajo; educar a las mujeres para que sean ofrecidas y fáciles; y otro sin fin de horrores sociales imaginados para en verdad crear ficticiamente un mundo feliz. El resultado, por supuesto, sólo podía ser una pesadilla, donde la gente estaría contenta a pesar de todo, pagando el mayor de los precios: la pérdida de la libertad y la individualidad. ‘Mundo feliz’ es una obra que nos invita a preguntarnos ‘qué es lo que buscamos y por qué’, ya que existe el peligro de que puedas conseguirlo. ‘Mundo feliz’ es pensar sobre el problema que la búsqueda del paraíso representa, si el epígrafe de Berdayev ya nos hace entrever la tesis de que cualquier búsqueda de un paraíso terrenal es una mala idea, el libro de Huxley es una exploración de la misma. Una confrontación narrativa de la humanidad con sus mayores debilidades, y, como tal, también es una brutal denuncia de la tendencia intelectual que busca crueles utopías.

           
Viviendo en el paraíso

            Si ‘Mundo feliz’ es una idea hecha novela, ‘1984’ de George Orwell es prácticamente la descripción de lo que fuera el estalinismo en la Unión Soviética, la Alemania Democrática o la actual Korea del Norte. El término también es aplicable a muchas otras sociedades que fueron, y son, reales. La obra es famosa no sólo por su narración, sino por haberse introducido en el lenguaje, no sólo del inglés, también en español. Si bien no son muy utilizadas, doblepensar y gran hermano, son palabras válidas en nuestro idioma, y nadie tiene que leer la novela para comprender a qué se refieren. Pero doblepensar no es accesible como el segundo. Tal vez el mejor ejemplo de doblepensar sería las consignas del Partido que lo dirige todo en Oceanía (el país del personaje Winston Smith): La guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza. Son ideas contradictorias, pero deben ser aceptadas como verdades, ese es el proceso denominado ‘doblepensar’. Un ejemplo real podría ser la excusa del asesino que masacró a 33 personas en una universidad de los EE.UU. hace muy poco tiempo. En un vídeo, el asesino declaró que ‘ellos’, los niños ricos y otros, le habían obligado a hacer lo que hizo. ‘Tuvieron muchas ocasiones para impedir esto’, dijo, lo interesante es que su acusación, en el fondo, sólo tiene sentido si cambiamos el sujeto, o sea: ‘tuve muchas ocasiones’. Este tipo de falsas ideas son muy frecuentes entre los criminales, o aquellos no dispuestos a asumir responsabilidad sobre algo (desde los niños hasta tú), este tipo de procesos, cuando deseas que lo falso se vuelva verdadero dentro de tu mente, desde el ‘yo sé que le gusto’ (cuando sabes que no) hasta el ‘yo no fui’ (cuando sabes que sí), son doblepensar. El objetivo final de ‘doblepensar’ sería otorgar a la persona la posibilidad de insertar cualquier contradicción como cierta, para que así sea un mejor vasallo del Partido.

            Un retrato espantoso de una realidad totalitaria, ‘1984’ busca incentivar en cualquiera el ansía por todo aquello que no encuentra en la novela, grita ‘libertad’ de principio a fin, porque nos muestra lo que significaría no tenerla. (Es triste decirlo, pero creo que los cubanos no tendrían ni idea de que se trata el libro, para ellos: la libertad es la esclavitud, la guerra…etc.)

 
La valiente cobardía

            Estaba hurgando los libros en rebaja de la biblioteca del CBA cuando tropecé con un libro viejo en buen estado, su título era ‘Matadero Cinco’, yo había escuchado hablar de este texto desde hace mucho tiempo. Schlachthof Fünf, tenía una fama casi mágica, entre las personas que hablaban del mismo, o los muchos comentarios que leía. Clásico, excelente, lectura obligada, eran algunos de los denominativos utilizados para hablar del mismo. Todos tenían razón. Y también tenía razón John Clute cuando dijo que ésta era la novela ‘más escapista en toda la’ ciencia ficción. Creo que llamarla cobarde no sería poco, pero es valiente reconocer la cobardía.

            Kurt Vonnegut Jr. vivió el bombardeo de Dresde, el mayor crimen aliado durante la segunda guerra mundial. Miles de alemanes se refugiaron en la ciudad, era una ciudad con muchísimos refugiados civiles, el bombardeo aliado aniquiló a todos. A pesar de las muchas discusiones sobre el tema, demasiados concuerdan que el ataque no tenía ninguna excusa estratégica. Sobreviviente de una ciudad arrasada, Vonnegut tendría problemas psicológicos el resto de su vida, a pesar de declarar lo contrario. ¿Valdría la pena un libro frío y duro que diese razones que justificasen el bombardeo de Dresde?

            ‘Matadero Cinco’ es el retrato de un ser humano, Billy Pilgrim, que vive la vida normal de un soldado en la guerra, y que es secuestrado por extraterrestres muchos años después de regresar a su casa en los Estados Unidos. Las narraciones se entrelazan desde distintos tiempos, estamos en la guerra, en los Estados Unidos, en otro planeta prisionero de los Tralfamadorianos. Toda la historia apunta en una sola dirección, la resignación ante una absoluta y total impotencia. Impotencia para cambiar su vida, impotencia para cambiar Dresde. El tiempo, en ‘Matadero’, es una sola estructura desde el principio hasta el fin. La obra es tanto un consuelo como un llanto, rendirse ante la evidencia de que no pudo hacer nada, pero tampoco puede no lamentarlo.

            ‘Matadero’ está escrito con una sinceridad absoluta, es una voz inteligente, presa de la más profunda melancolía. Vonnegut no enfrentó Dresde en su obra, se resigna al hecho, ya no busca culpables, ni levanta protestas, éstas ya no sirven, ellos están muertos, seguirán muertos. Pocas obras presentan un grito de dolor tan humano como ‘Matadero’. Confrontados con un crimen tan grande, a veces lo único que se puede decir es ‘pío-pío-pi’.

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