15 janvier 2007
1
15
/01
/janvier
/2007
02:07
Cortes de agua, violento asalto a la manifestación del Comité Cívico, prefectura quemada, rostros visibles de senadores y consejeros del MAS, incluyendo sus líderes sindicales azuzando a los cocaleros a la violencia y a la protesta. Agresión a trabajadores públicos, agresión a transeúntes, sistemática agresión a la libertad de prensa, etcétera, etcétera. La gente estaba harta, cansada del atropello a la institucionalidad, a la prepotencia torpe y brutal del gobierno. El día jueves 11 de Enero, con las calles en silencio, debido al paro cívico y el clima de temor que se vivía, con las militares marchas de los cocaleros armados con palos recorriendo el prado para intimidar a la población y haciendo estallar cartuchos de dinamita. La gente estaba enojada, molesta por tantos y continuos atropellos, así que la convocatoria, hecha pública por los medios de comunicación, de un marcha pacífica por la paz y la institucionalidad fue la oportunidad que la gente buscaba para manifestar su rechazo a la política fascista del gobierno que moviliza a sus bases militantes con sueldos y mentiras para imponer su voluntad, lo que no puede hacer con la ley. La convocatoria fue hecha por ‘Los Jóvenes por la Democracia’ y el ‘Comité Cívico’.
Yo estaba más que ansioso por ir, ya lamentaba mucho no haber podido asistir a la manifestación del día miércoles, y me molestó sobremanera la destrucción de propiedad del Comité Cívico así como la agresión a los empleados que construían la tarima. ¿Acaso las otras personas que viven en el país no tienen derecho a emitir su opinión en una manifestación pacífica? La respuesta del gobierno y sus fuerzas totalitarias es clara: no. Por lo que, con más ganas, yo me decidí a ir a la manifestación. La consigna por televisión, transmitida para toda la población de Cochabamba, fue: asistir al evento vestidos de blanco, no llevar palos, llevar pañuelos blancos, se trataba de una marcha pacífica. Envalentonado por lo que pensé sería una multitudinaria concentración, fui vestido normalmente a uno de los puntos de encuentro, decidido a colaborar a que esta vez los puntos de concentración no fuesen asaltados por los movimientos cocaleros, me dirigí al punto de reunión mucho antes de la hora señalada. Aproximadamente a la 1 p.m. me encontré con algunos jóvenes y personas diversas en uno de los puntos de encuentro, ahí pude observar que ellos llevaban palos, al respecto yo les comenté: ‘La convocatoria decía que no traigamos nada, por eso yo vine así, quería traer unos palos’. Ellos negaron la cabeza y me dijeron: ‘Trae todo lo que puedas’. El temor en la población, que vio como la prefectura fue quemada por los cocaleros, y que observó cómo la policía estuvo impotente ante el evento por órdenes del gobierno fascista, no estaba dispuesta a convertirse tan fácilmente, en mártires por la democracia. ¿Si la policía no podía proteger la prefectura? ¿Podría proteger a la gente de la agresión de esos cocaleros? Por si acaso, mejor llevar un palo.
Regresé a casa, encontré algo que serviría como arma contundente, en caso de necesitar defenderme, y me dirigí nuevamente al punto de concentración. A partir de ese punto fue: esperar y esperar. Uno de esos momentos llegó uno de los imberbes e inexpertos ‘Jóvenes por la democracia’, a simple vista pudo observar que muchos habían traído diferentes tipos de palos, incluidos bates de baseball, reconociendo el temor en la ciudadanía hizo hincapié en un asunto: ‘Recuerden que esta es una marcha pacífica’, gritó a través de un altavoz electrónico, ‘que esos palos sean para intimidar, no para agredir’ (Si la cita no es exacta esto se debe a un fallo de memoria, la semántica de su mensaje, empero, es fiel). Para entonces ya me había encontrado con amigos y entre risas y bromas comenzó la marcha pacífica por ‘la institucionalidad, la paz y la democracia’. Recorrió poco a poco diversas calles y avenidas de la ciudad, muy pronto fuimos miles, se coreaban consignas como: ‘De-mo-cracia, de-mo-cracia’ y ‘auto-nomía’, además de justificados insultos al presidente, ya que los problemas que acontecían en Cochabamba eran fruto de su prepotencia, y sed de poder. (Una imagen del tono de la marcha la pueden dar dos vídeos en línea: Marcha 1 y Marcha 2) Llegamos a ser más de 80 mil personas, nunca antes la ciudad había vivido una manifestación de semejante magnitud, la gente copaba las amplias avenidas en cualquier dirección que se mirase.
Después de caminar y caminar, y ver cómo se iba sumando gente a la manifestación se llegó a una plaza, la 4 de Noviembre, donde los organizadores hicieron un breve pronunciamiento, en el declararon la ruta de la caminata a todos los concentrados en la misma (estamos ya hablando de varias decenas de miles): Se iría hasta ingresar en la Plaza de las Banderas, y entonces se retornaría a la Plaza 4 de Noviembre para la desconcentración, el propósito de esta ruta era dejar en claro que la ciudad era nuestra. Entonces la marcha siguió avanzando. El problema fue que la policía tenía órdenes de proteger la invasión cocalera de la ciudad, por lo que la Plaza de las Banderas, en vez de ser desalojadas (imagínense, habría bastado que les pidan que se retiren) fueron acordonadas. Yo he visto por televisión, y lo ha visto todo el país, a uno de los Jóvenes por la democracia, pidiéndole a un policía que permita el ingreso de la marcha, ya que iba a ser una toma simbólica. Una toma simbólica. El momento en que la gente comenzó a forcejear con los policías para ingresar en la Plaza tomada, el control de la manifestación pacífica se perdió por completo.
La bronca por las agresiones y atropellos de los anteriores días se apoderó de un pequeño porcentaje de los manifestantes, que fue suficientemente numeroso para comenzar un ir y venir de persecuciones, defensas y agresiones, en contra de los cocaleros. Se arrojaron piedras, dinamitas, por parte de los cocaleros, mientras los otros sólo buscaron intimidar con su número. En la Plaza de las Banderas, un exaltado con su propia agenda, mató a un cocalero a balazos, y se sucedieron agresiones a muchos de los rezagados, pero se evitaron, gracias a la intervención de la policía u otros manifestantes en apoyo a los cívicos, agresiones mortales. En cambio, en el otro extremo, en uno de los retrocesos de la persecución de los cívicos, un padre y su hijo fueron rodeados por una turba enardecida, sin policías que pudieran intervenir y sin que ninguno de su lado lo objetará, se agarraron a machetazos con el padre, el hijo intentó protegerlo, se echó sobre su padre, y recibió un machetazo en la cabeza, en el cuello y otro en el rostro, herido de muerte, fue retirado del cuerpo inconsciente de su padre, para ser colgado. Esas son las dos muertes que todos comentan, muy distintas entre sí, ambas muertes sólo resaltan los diferentes niveles de brutalidad en cada bando. Por un lado, un exaltado, por el otro, demasiados. (Vídeo 3)
No hubo retorno a la Plaza 4 de Noviembre, no hubo paz.
Esto es sólo parte de lo acontecido. Adentrarme en detalles prolongaría demasiado este artículo, y las nubes del clima venidero apuntan para peor. Suerte a todos nosotros.
Carta y artículos sobre el mismo tema. (Las fotografías pertenecen a diversas agencias, se las incluye en este artículo sólo con fines ilustrativos y sin ningún reclamo de autoría.)
Yo estaba más que ansioso por ir, ya lamentaba mucho no haber podido asistir a la manifestación del día miércoles, y me molestó sobremanera la destrucción de propiedad del Comité Cívico así como la agresión a los empleados que construían la tarima. ¿Acaso las otras personas que viven en el país no tienen derecho a emitir su opinión en una manifestación pacífica? La respuesta del gobierno y sus fuerzas totalitarias es clara: no. Por lo que, con más ganas, yo me decidí a ir a la manifestación. La consigna por televisión, transmitida para toda la población de Cochabamba, fue: asistir al evento vestidos de blanco, no llevar palos, llevar pañuelos blancos, se trataba de una marcha pacífica. Envalentonado por lo que pensé sería una multitudinaria concentración, fui vestido normalmente a uno de los puntos de encuentro, decidido a colaborar a que esta vez los puntos de concentración no fuesen asaltados por los movimientos cocaleros, me dirigí al punto de reunión mucho antes de la hora señalada. Aproximadamente a la 1 p.m. me encontré con algunos jóvenes y personas diversas en uno de los puntos de encuentro, ahí pude observar que ellos llevaban palos, al respecto yo les comenté: ‘La convocatoria decía que no traigamos nada, por eso yo vine así, quería traer unos palos’. Ellos negaron la cabeza y me dijeron: ‘Trae todo lo que puedas’. El temor en la población, que vio como la prefectura fue quemada por los cocaleros, y que observó cómo la policía estuvo impotente ante el evento por órdenes del gobierno fascista, no estaba dispuesta a convertirse tan fácilmente, en mártires por la democracia. ¿Si la policía no podía proteger la prefectura? ¿Podría proteger a la gente de la agresión de esos cocaleros? Por si acaso, mejor llevar un palo.
Regresé a casa, encontré algo que serviría como arma contundente, en caso de necesitar defenderme, y me dirigí nuevamente al punto de concentración. A partir de ese punto fue: esperar y esperar. Uno de esos momentos llegó uno de los imberbes e inexpertos ‘Jóvenes por la democracia’, a simple vista pudo observar que muchos habían traído diferentes tipos de palos, incluidos bates de baseball, reconociendo el temor en la ciudadanía hizo hincapié en un asunto: ‘Recuerden que esta es una marcha pacífica’, gritó a través de un altavoz electrónico, ‘que esos palos sean para intimidar, no para agredir’ (Si la cita no es exacta esto se debe a un fallo de memoria, la semántica de su mensaje, empero, es fiel). Para entonces ya me había encontrado con amigos y entre risas y bromas comenzó la marcha pacífica por ‘la institucionalidad, la paz y la democracia’. Recorrió poco a poco diversas calles y avenidas de la ciudad, muy pronto fuimos miles, se coreaban consignas como: ‘De-mo-cracia, de-mo-cracia’ y ‘auto-nomía’, además de justificados insultos al presidente, ya que los problemas que acontecían en Cochabamba eran fruto de su prepotencia, y sed de poder. (Una imagen del tono de la marcha la pueden dar dos vídeos en línea: Marcha 1 y Marcha 2) Llegamos a ser más de 80 mil personas, nunca antes la ciudad había vivido una manifestación de semejante magnitud, la gente copaba las amplias avenidas en cualquier dirección que se mirase.
Después de caminar y caminar, y ver cómo se iba sumando gente a la manifestación se llegó a una plaza, la 4 de Noviembre, donde los organizadores hicieron un breve pronunciamiento, en el declararon la ruta de la caminata a todos los concentrados en la misma (estamos ya hablando de varias decenas de miles): Se iría hasta ingresar en la Plaza de las Banderas, y entonces se retornaría a la Plaza 4 de Noviembre para la desconcentración, el propósito de esta ruta era dejar en claro que la ciudad era nuestra. Entonces la marcha siguió avanzando. El problema fue que la policía tenía órdenes de proteger la invasión cocalera de la ciudad, por lo que la Plaza de las Banderas, en vez de ser desalojadas (imagínense, habría bastado que les pidan que se retiren) fueron acordonadas. Yo he visto por televisión, y lo ha visto todo el país, a uno de los Jóvenes por la democracia, pidiéndole a un policía que permita el ingreso de la marcha, ya que iba a ser una toma simbólica. Una toma simbólica. El momento en que la gente comenzó a forcejear con los policías para ingresar en la Plaza tomada, el control de la manifestación pacífica se perdió por completo.
La bronca por las agresiones y atropellos de los anteriores días se apoderó de un pequeño porcentaje de los manifestantes, que fue suficientemente numeroso para comenzar un ir y venir de persecuciones, defensas y agresiones, en contra de los cocaleros. Se arrojaron piedras, dinamitas, por parte de los cocaleros, mientras los otros sólo buscaron intimidar con su número. En la Plaza de las Banderas, un exaltado con su propia agenda, mató a un cocalero a balazos, y se sucedieron agresiones a muchos de los rezagados, pero se evitaron, gracias a la intervención de la policía u otros manifestantes en apoyo a los cívicos, agresiones mortales. En cambio, en el otro extremo, en uno de los retrocesos de la persecución de los cívicos, un padre y su hijo fueron rodeados por una turba enardecida, sin policías que pudieran intervenir y sin que ninguno de su lado lo objetará, se agarraron a machetazos con el padre, el hijo intentó protegerlo, se echó sobre su padre, y recibió un machetazo en la cabeza, en el cuello y otro en el rostro, herido de muerte, fue retirado del cuerpo inconsciente de su padre, para ser colgado. Esas son las dos muertes que todos comentan, muy distintas entre sí, ambas muertes sólo resaltan los diferentes niveles de brutalidad en cada bando. Por un lado, un exaltado, por el otro, demasiados. (Vídeo 3)
No hubo retorno a la Plaza 4 de Noviembre, no hubo paz.
Esto es sólo parte de lo acontecido. Adentrarme en detalles prolongaría demasiado este artículo, y las nubes del clima venidero apuntan para peor. Suerte a todos nosotros.
Carta y artículos sobre el mismo tema. (Las fotografías pertenecen a diversas agencias, se las incluye en este artículo sólo con fines ilustrativos y sin ningún reclamo de autoría.)