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12 juin 2007 2 12 /06 /juin /2007 00:38
supremecommander-06.jpg            La guerra infinita ha durado por más de mil años, ahora las condiciones han madurado, se acerca el final y tú deberás guiarles hacia la victoria. A la nación Cybran, fundada por el profesor Brackman, los Cybran son seres humanos con implantes cibernéticos para mejorar su rendimiento. Poco a poco se fueron escindiendo del resto de la humanidad hasta formar su propia nación, ahora ellos buscan su libertad. O también podrías guiar a los Iluminados Aeon, ellos obtuvieron una doctrina de una raza extraterrestre, los serafínes, se llama ‘el camino’. Finalmente está la Federación Tierra Unida (FTU) quienes buscan unificar, de una vez por todas, a la galaxia colonizada por los seres humanos, inmersa en la guerra infinita entre estas tres facciones. Sí, es un juego, se llama ‘Comandante Supremo’, y bajo ciertas condiciones puede ser muy divertido.

            En el juego podrás comenzar perteneciendo a cualquiera de las tres facciones, cada una sigue una historia distinta pero equivalente, y el objetivo final sigue siendo el mismo; aunque para ello cada uno se vale de su propio plan, la victoria total, terminar con la guerra infinita. Como todo juego de este género, estrategia en tiempo real o ETR, las facciones son militarmente equivalentes, en este caso eso es muy notorio, lo que es una indudable deficiencia, pero su nivel de complejidad compensa en algo este problema. Así, para sentirnos parte de los Aeon o los Cybran dependemos del aspecto de las unidades, o sea la arquitectura de cada cultura y de sus frases. Los cybran siempre andan diciendo ‘Sólo queremos ser libres’ y ese tipo de discurso, en cambio los Aeon vienen a repartir consejos místicos como ‘Únete al camino’, no sé qué dicen los de la Federación debido a que era la facción con la que yo jugué.

ss-711.jpg            Ninguna de las facciones, en el juego, es presentada como los malvados, todos tienen algo que los hace atractivos de una u otra manera y todos están haciendo lo correcto, desde su punto de vista, y a su modo, acabar con la guerra infinita. Para ilustrar esto hay una palabra para resumir la causa de cada uno: los federados dicen Unificar, ya que antes de la división Aeon y Cybran, la humanidad era una, eso es lo que están buscando, reunificar a una galaxia que se destruyó con el infierno de la guerra. Los Aeon dicen Limpiar, ya que es una galaxia sucia la que destruyó a sus maestros, los serafines, y ya que ellos han adquirido el camino ahora pueden educar al resto de la galaxia, limpiándola. Finalmente, los cybran, antes de volverse independientes debieron enfrentar la discriminación de los seres humanos normales, lo que ellos buscan es volverse independientes, y eso sólo sucederá cuando las otras dos facciones hayan sido destruidas, su palabra es Liberar. Esas tres palabras: unificar, liberar, limpiar, resumen las ideologías detrás de cada grupo. Si bien, de acuerdo a la historia presentada en el juego, la confrontación llamada ‘la guerra infinita’ es producto del choque de estos tres grupos, también se podría decir que cada una de las facciones está peleando su propia guerra. Para los Cybran, la guerra infinita, es una guerra de liberación de aquellos que buscan dominarles. Para la Federación se trata de volver a unificar a una galaxia divida por nefastas influencias, ellos luchan por la reunificación. Finalmente, los Aeon sólo desean limpiar la galaxia de aquellos opuestos a la belleza del ‘camino’, la suya es una guerra de enseñanza.

ss-712.jpg            Como juego, ‘Comandante Supremo’ tiene su gracia, como narrativa es bastante débil, pero su juego de tres facciones, que luchan cada una por su manera de ver las cosas; aunque todos busquen la victoria total, es la mejor representación de la naturaleza de las guerras humanas que he visto en la narrativa de los juegos electrónicos. En la vida real no existen los Sith, no existe Voldemort, no hay malvados científicos que desean conquistar el mundo, no hay Cobra (los enemigos de la serie de dibujos animados G. I. Joe, famosa en los años 80), ni Blofeld (el genio del mal, líder de Espectro, la organización que es la eterna enemiga de James Bond), y mucho menos Orcos o Saurones, sólo estamos nosotros, y nuestros mundos idiotas.

            Hace algún tiempo escribí una entrada llamada ‘Ni un momento de paz’, la pueden buscar, sigue en la bitácora, en ella habló sobre cómo desde la fecha de mi nacimiento hasta el día de hoy nunca ha habido paz sobre nuestro planeta, siempre ha habido uno que otro conflicto; aunque ninguno igualase en intensidad, ni ahora ni entonces, la apocalíptica 2ª Guerra Mundial; pero siempre hubo algún que otro conflicto, pueden ver la entrada si desean más detalles. Al igual que la guerra de ‘Comandante Supremo’, las contiendas bélicas humanas siempre han sido conflictos que se veían desde siquiera dos puntos de vista muy distintos. Para ilustrar esto tengo dos ejemplos muy claros. El primero es la guerra de Afganistán en los años ochenta, la guerra soviético-afgana (1979 – 1989). Al igual que la guerra civil del Líbano había una multitud de actores involucrados—lo que cobraría un precio muy caro años más tarde—internoss-713.jpgs y externos al país. Para no hacer de esta una entrada kilométrica, pues debo simplificar, y me concentro en mencionar a los principales actores externos: la Unión Soviética, los Estados Unidos, Pakistán y Arabia Saudita.

            La Unión Soviética invadió Afganistán en 1979 porque el resurgimiento del radicalismo islámico de los años setenta amenazaba toda su frontera sur, toda el Asia central que era parte del país, de mayoría musulmana y de etnias relacionadas con las poblaciones de Irán, Afganistán y Turquía. La URSS veía su invasión como un acto para proteger la estabilidad de su propio país. En Afganistán, al igual que el resto del mundo musulmán fuera de la URSS se peleaba una batalla ideológica entre islamista y socialistas, los socialistas tomaron el poder en el país, a finales del año 78, pero su dominio se tambaleaba, seguros de que si caía, las consecuencias para la URSS serían fatales—con un vecino ya teocrático en Irán—la nomenclatura invadió el país.

            Pakistán apoyó a los insurgentes (simplificando) contra los soviéticos porque la URSS era un aliado del mayor enemigo del país, la India. En esencia, el gobierno de Pakistán no podía permitirse dos vecinos hostiles, si el gobierno socialista se consolidaba en Afganistán, Pakistán se vería rodeado de enemigos. Arabia Saudita apoyaba a la insurgencia afgana (por simplificar, ya que en verdad sólo apoyaban a ciertas facciones islámicas, ni siquiera sólo a las sunnitas) por fraternidad musulmana, más un frío cálculo, donde los ‘revolucionarios socialistas’ eran una terrible amenaza para una Monarquía Totalitaria.

            Los Estados Unidos apoyaron a los múltiples grupos opuestos a la invasión soviética (bueno, en esencia canalizaron dinero a Pakistán para que ellos vean a quién apoyar) porque dentro de su esquema geoestratégico Afganistán sólo era un primer paso en el avance soviético hacia el petróleo del Golfo Pérsico. Si Afganistán se convertía en un estable satélite de la URSS, las divisiones rusas estarían a tan sólo un salto del recurso que podía paralizar o dar vida a la maquinaría de guerra de la OTAN, así, los Estados Unidos no podían permitirse un taliban2PT.jpgAfganistán pro soviético. Sólo dentro de estas cuatro fuerzas, la guerra de Afganistán era un asunto completamente distinto: los Estados Unidos protegían la libertad de occidente, los soviéticos protegían su país (o la nomenclatura al país que explotaban para su beneficio), los pakistaníes protegían su integridad nacional, los Sauditas protegían a su monarquía, y todos daban dinero o tropas para que se revienten en Afganistán.

            Si los soviéticos hubiesen podido demostrar a los Estados Unidos que sólo les interesaba impedir el avance del islamismo radical en las repúblicas del Asia Central, y que no tenían ni la menor intención de invadir a la OTAN o secuestrar el petróleo del Golfo Pérsico, ya que cualquier confrontación abierta amenazaba la seguridad de sus privilegios, los Estados Unidos podrían haber dormido tranquilos y permitido una pacificación soviética de Afganistán. Más difícil de imaginar sería la información que podría haber impedido una invasión soviética del país, ya que el islamismo radical es en esencia una doctrina, al igual que el socialismo, internacionalista. El compartir información, el intentar ver las cosas a través de los ojos del otro, no es una garantía que podría impedir una guerra, es más, probablemente generaría más conflictos el mostrarnos los unos a los otros nuestras muy opuestas visiones del mundo. Pero es un innegable factor el hecho de cada facción pelea su propia guerra, y siempre es útil, para cualesquiera sea el propósito, conocer qué guerra está peleando tu enemigo, tu aliado y tú mismo.

Me gustaría hablar de la actual guerra de Irak, que ha entrado en una fase muy compleja desde la derrota del gobierno de Saddam Hussein, ya que es otro ejemplo claro de cómo distintos grupo de personas ven la guerra a su manera. En el caso concreto de este conflicto, la información y la comunicación de intenciones podrían ayudar mucho a los Estados Unidos, y más o menos lo están haciendo, pero la entrada ya es demasiado larga para hablar de eso. Así, me permito concluir mencionando que nunca los conflictos humanos son entre malos y buenos, todos son buenos a su manera de ver las cosas; aunque sean hipócritamente buenos, no existen los Sith, ni Voldemort, no hay comandante Cobra para simplificar las cosas, sólo hay un montón de buenas gentes buscando imponer su verdad. No siempre ganan los mejores, y a veces no hay ninguno que ofrezca algo más que el otro. Las guerras no son un asunto sencillo, y tampoco debería ser simple nuestro diagnóstico para comprenderlas. Ya sabes, tú podrías ser Cybran, Aeon o un miembro de la Federación, lo único en común será el objetivo, la victoria total.

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