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6 septembre 2006 3 06 /09 /septembre /2006 08:35

Yo pensé que se lo comerían los cocodrilos, o que se lo zamparía un tiburón, mordiese un tigre, pisara un elefante, sodomizara un gorila, envenenara una serpiente, mascara un mandril. Existía la posibilidad de que se infectara con alguna enfermedad rara, por andar tocando pupu de orangután, tropezara en un acantilado, ahogara en un arrecife, divorciara, perdiese popularidad, se uniese a algún grupo terrorista de ecologistas extremistas. Podrían haberle pasado tantas cosas, pero fue una mantaraya, la que atravesó el corazón del ‘Cazador de Cocodrilos’ con su aguijón. Dicen que murió instantáneamente, dicen que no sufrió. Mi consuelo es que vivió feliz.

El tipo me caía muy bien, pocas personas tienen tal amor por la naturaleza que te contagian, así era Steve Irwin. Estaba enamorado de la vida salvaje y la admiraba sinceramente. Nadie puede decir gorgeous o beauuutiful, como él lo hacía. Vivió feliz, siempre rodeado de aquello que tanto quería, animales y familia. Lastimosamente ya no más.

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6 septembre 2006 3 06 /09 /septembre /2006 08:14
          La serie completa de “Akira”, de Katsujiro Otomo, es una de mis prioridades a ser adquirida ni bien me saque la lotería. Cada tomo tiene más de cuatrocientas páginas, y son seis en total, lo que nos deja una narración de, aproximadamente, siquiera unas 2.500 páginas. Con un coste de unos 17 US$ por volumen, cualquier fanático que desee disfrutar de la obra, y ser dueño de ella, necesitaría de la nada despreciable cantidad de 102 US$ para comprarse la colección. Sin mencionar que ésta no llega a nuestro país, y hay que pagar a los intermediarios o el coste del envío. Sí, sí, carito está. Por fortuna, la biblioteca de la historieta, anglicísticamente llamada la ‘cómicoteca’, de la Fundación Simón I. Patiño, en la ciudad de La Paz, me permitió disfrutar de “Akira” de principio a fin, y sin costo alguno. (Valga mencionar que la más reciente Feria del Libro suscitó un debate sobre lo elitista del objeto, y cómo se debería democratizar. Se habló de precios, a los trogloditas, ni siquiera se les ocurrió mencionar la palabra biblioteca. Probablemente no la conocen.)

            Publicada entre los años 1982 – 1990, “Akira” es una típica obra del mundo postapocalíptico japonés, comienza con una explosión atómica. El trauma colectivo por la derrota sufrida en la Segunda Guerra Mundial, y la absoluta destrucción de dos de sus ciudades, Hiroshima y Nagasaki, por sendas bombas atómicas, generó dentro de su narrativa una atmósfera de sobrevivencia. Los japoneses se recuperaron, económica, industrial y socialmente; ya que culturalmente se convirtieron en colonia estadounidense, con variopintas fusiones y adaptaciones. Su sociedad fue derrotada, atravesó fuego y respiró azufre. Reconstruyeron el país, las ciudades. Las fábricas volvieron a funcionar, pero habían sentido el dolor causado por la desolación. El mundo que rodeaba a un Japón en reconstrucción no era nada tranquilo, los soviéticos tenían la bomba atómica desde 1949, y una guerra, en la vecina Korea, estalló en 1952. Se veía venir el desastre, la catástrofe, otra vez.  

            En general, esa catástrofe, mitad experiencia, mitad predicción subconsciente, venía en la forma de un monstruo, grandote, feote, y que escupía fuego. El más conocido ejemplo de la monstruo manía es Godzilla, Goyira en japonés, con más de veinte películas en su haber. Pero el lagartijo verde es sólo uno, el famosísimo Mazinger Z también se enfrentó continuamente a villanos que arrasaban ciudades en su afán por conquistar el mundo. Incluso “Nausicaa del Valle del Viento”, del genial Jayao Miyazaki, también se inscribe junto a los mencionados, en la categoría de historias postapocalípticas: un mundo que renace y se prepara para el — pesimistamente —próximo desastre. La psicología colectiva japonesa, más la tensa situación internacional, con la guerra fría calentando los traseros de muchos en Afganistán, Nicaragua y algunos países de África, explican el ambiente de Akira y su comienzo: ¡Kabuuuuum! Un hongo atómico se yergue sobre la vaporizada ciudad de Tokyo. Tres décadas más tarde, sobre la reconstruida Nueva-Tokyo, un grupo de amigos surca por las calles en motos, a toda velocidad... ¡Cuidado! Es el número 26…

       Huelga mencionar que los detalles, los personajes, el particular mundo de “Akira” es una construcción de Katsujiro Otomo. No es un mundo donde la palabra ‘originalidad’ pueda instaurarse como reina. Conspiraciones del gobierno, experimentos genéticos, rebeldes con agenda propia, poderes psicokinéticos, coroneles ambiciosos, no son, precisamente, una lluvia de novedades. A trazo grueso, “Akira” es poco original, pero “Romeo y Julieta” es una historia de amor, y siempre hubo historias de amor. “Akira” es EL relato de poderes psicokinéticos, conspiraciones de gobierno y experimentos genéticos. Hay una diferencia. Lo interesante de la obra de Katsujiro es que no importa su originalidad, o ausencia de la misma, es el dibujo lo que convierte a esta historieta en un hito, una referencia obligatoria, un norte, una obra de arte que invita a la emulación, imitación e inspiración. Si narrar una historia como la de “Akira”, en dibujitos, es posible, entonces la narrativa con ilustraciones no tiene límites, ninguno reconocible. “Akira” es una montaña sobre la que nada puede erguirse, es todo.

            Alucinantes persecuciones, montados en motocicletas, robots de seguridad, velociclos, o corriendo a todo lo que dan tus pulmones. Explosiones, de esas que consumen ciudades y duran minutos, o varias páginas de viñetas. Batallas campales entre las ruinas de la ciudad, o el cielo, con aviones volando en pedazos, mientras tiemblan los barcos y el mar. Una magnífica visión de una megápolis del futuro, un bar de mala muerte, y, no podía faltar, más de un duelo entre mutantes con poderes psicokinéticos. Se debe comprender “Akira” como una ‘película’ de acción, una en verdad increíble. El filme basado en la historieta, dirigido por el mismísimo Katsujiro, de 1987, es sólo un esmirriado resumen de los dos primeros volúmenes, más detalles del último tomo. “Akira”, en celuloide, con imágenes generadas por computadora, actores, mucha pantalla azul y Keanu Reeves (ya saben, trabajó mucho con pantallitas), sería un proyecto inabordable. Otomo, dibujó y guionizó la historieta él solo.

            El poder dramático de esta voluminosa serie no se limita a una inigualable capacidad para dibujar momentos de acción, “Akira” también tiene una trama bien construida. Aunque carezcan de profundidad, las relaciones humanas — algunas casi accidentales — como el paternalismo de El coronel, la rebeldía de Kay, o la creciente confusión de Tetsuo, están suficientemente sentidas como para que una frase, una ligera amenaza, nos dejen en vilo esperando con ansiedad por la siguiente parte. El cuerpo de “Akira” es velocidad, pero hay suficiente corazón dentro de él, como para sentir su pulso. La acción por sí sola es siempre aburrida, sólo la vida de los personajes hacen que una obra sea interesante, ahí, también, Katsujiro se anota un punto. Me saco la lotería y me la compro toda, ¡caracho!

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31 août 2006 4 31 /08 /août /2006 01:48

           Con un dejo de desprecio algunas personas se refieren a cierto tipo de películas como ‘escapismo’, evasión de la realidad, dicen. Refugio de aquellos que no quieren ver lo que les rodea. Esta categorización tiene su razón de ser, pero el supuesto ‘apego’ a la realidad por parte de sus críticos es más bien una confesión de ingenuidad, que una madura evaluación de nuestro mundo. La realidad humana no tiene casi nada que ver con la realidad. Casi nada. Tiene algo de la matriz de la película homónima.

            Una afirmación tan contundente probablemente sea sorpresa para algunos, sobretodo aquellos que evitan ‘el escapismo’ y la fantasía. Los que no pueden ver dibujos animados probablemente tendrán algún problema en adaptarse, reconocer que eso que llamamos realidad es sólo un capricho humano, uno más, construido sobre la capacidad para la abstracción y convención propios de nosotros y de nada, o nadie, más.

            Un punto en medio del desierto, entre Libia y Egipto, no hay una persona a nuestro alrededor, ni siquiera un animal, tal vez uno que otro insecto capaz de vivir en pleno desierto del Sájara, eso es todo. Usted decidirá si mirando al sur o mirando al norte, abre las piernas, lo más que puedas sin perder el equilibrio, aunque hacerlo no es necesario ayudará para la imagen que deseo ilustrar. Bueno, de acuerdo a convenciones humanas, uno de los pies tendría un ingreso superior a los once mil dólares per cápita, y el otro no llegaría a cinco mil. ¿Creen que al desierto le importa un bledo esa determinación?, ¿creen que las cucarachas lamentan tener cuatro mil o se alegran al tener once al pasar la frontera?, ¿creen que una moneda de cinco bolivianos vale cinco bolivianos?

            La realidad humana está atravesada por convenciones de realidad que están sólo en nuestras mentes, esto no quiere decir que no sean reales; por supuesto que no, pero sí quiere decir que no son reales más allá de nuestras convenciones, o sea: fuera de nuestras mentes humanas. Por lo que el criterio de escapismo puede ser aplicado a cualquier persona que no se encuentra viendo ‘la realidad’. Si está viendo el noticiero, las más recientes noticias, pues se está evadiendo de su mundo. ¿Qué?, dirán los ingenuos realistafilos. ¡Claro! ¿Creen que ver la televisión es involucrarse con la realidad? ¿Es lo que está aconteciendo en la pantalla TÚ realidad? La respuesta sólo puede ser afirmativa si te encuentras viendo en la tele un reality show sobre tu vida, y transmitido en vivo en ese momento.

            Mucha gente dirá que las noticias se hacen sobre acontecimientos reales, ¿quién lo niega? Pero ¿aquello que no es noticia ha dejado de ser real? Obviamente existe una gran diferencia entre la naturaleza de las noticias y, por decir algo, “CSI”. Claro. Sin embargo, por extraño que parezca la imagen ‘real’ resultante sigue siendo la misma. ¿A qué me refiero? Perico Pérez viendo la tele: 19:00 viendo noticias, 19:30 viendo “CSI”. ¿Hay alguna diferencia real entre uno y otro? No. Lo más interesante de lo expuesto es que algunas personas simplemente tienden a ignorar la realidad de lo que no ven en televisión. Margaret Thatcher una vez dijo “Si no aparece en televisión no ha sucedido”.

            El otorgarle a priori una supuesta realidad a la televisión tiene como resultado un abordaje ‘televisivo’ de la realidad. A la gente sólo le interesa resolver los ‘problemas reales que ve por TV’. Un ejemplo claro es la reciente guerra de Iraq, cuando los Estados Unidos se disponían a invadir el país hubo muchas protestas en todo el planeta, sobretodo el primer mundo (lo que no deja de ser un dato interesante sobre su nivel de ‘tvrealidad’), sin comentar sobre la guerra en sí, todas esas personas sabían o no que hay, y había, en el mundo, una serie de conflictos armados en curso que a nadie le importan. ¿Van entendiendo? Las organizaciones que mendigan dinero se han encontrado con ese problema muchas veces, reciben mucha limosna cuando hay algún desastre, y éste se mantiene en las pantallas, la televisión cambia de tema y la gente ya no es tan caritativa con su asunto en particular, el público filantrópico cambia de intereses, la nueva noticia televisiva convoca su atención.

            ¿Es menos real la vida de un bosquimano que no ve ninguna noticia? Claro que no, tampoco lo es la del ejecutivo de Nueva York que vive pendiente de ellas, siquiera de las comerciales, ambos responden a dos tipos de convención. (La convención matemática del ejecutivo neoyorkino sería mucho más artificial, debido a que está inmersa en convenciones gödelianas, lo que ya de por sí es una gran, gran broma, pero eso es tema pa’ otra ocasión).

            Toda película es evasión, toda, no importa cuan real parezca ser, no es real, y no es tu realidad. Algunas personas buscan distraerse con una película, otras buscan ‘realidad’, sentirse que ven algo importante, sentirse que abordan un problema. En ambos casos la fantasía, la ficción, les otorga lo que estaban buscando, no la realidad. Por extraño que parezca hay gente que ve películas para sentirse bien, y otros lo hacen para sentirse mal, no hay más mérito en uno que en otro.

            Volviendo al tren, la realidad irreal de los seres humanos existe hasta nuestras propias médulas. Los deportes profesionales son sólo un tema de conversación, si bien sus habilidades son genuinas, su importancia radica en otorgar a esa narrativa, la historia de equipos que compiten unos contra otros, alguna importancia. A mi me parecen simpáticos, mas no me interesan, salvo contadas excepciones. Lo interesante de esa narrativa, que existe en los deportes, también está presente en nuestras vidas.

            Hmmm, ¿cómo decirlo pa’ no ofender? Hmmm. Veamos, Ajura Mazda no es un dios mayor que el cruel Assur, ambos tuvieron grandes templos y jugaron un papel importante en la vida de sus súbditos, hace ya algún tiempo. Ninguno de los dos fue real, eran sólo imaginación. El mundo entero está en una convención de “Viaje a las estrellas” de realidades construidas, más vale anotarlo. Hay demasiado de ficción en nuestro mundo diario, quien no lo reconozca no está siendo realista.

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23 août 2006 3 23 /08 /août /2006 19:35
          A veces soy el primero en enterarme de algo, me acuerdo cómo espere la llegada de “Alien 4” con unos dos años de anticipación (y cuando llego, hmm, ma’ o meno’). Pero en la mayor cantidad de ocasiones soy el último, si es que me entero alguna vez. Así, resulta que cierto tipo de actitud que había estado enfrascada en nuestro medio desde tiempos inmemoriales, sólo ahora que le preste algo de atención, ha comenzado a molestarme. El problema, recién me doy cuenta, viene de largo, por lo tanto no será una sorpresa para ninguno, me refiero al asunto: ‘Verdaderos versus falsos’ o, más informal, ‘poseros versus genuinos’. Elija usted la palabra que sea de su preferencia.

            Un breve paréntesis. Resulta que la palabra ‘posero’ es un galicismo, pero a nosotros nos llega desde la fuerza de la cultura anglosajona, de ‘poser’, cuyo origen, efectivamente, es francés. Se refiere a fingir, actuar, al acto de posar permanentemente en tu manera de ser. Ah, y ‘posar’ sí está admitido por la academia española.

            Así, en el medio de la ‘farándula’, de protovideastas, actores, escritores, o simples amantes de la música, la imagen o el tutti-frutti, unos están clasificados por los otros. O sea, todos se están señalando con el dedo. Si tocabas rock-and-roll y ahora estás en un grupo de cumbia, posero. Si te compraste la polera de Stratovarius sin conocer al grupo, posero. Si no te importa un bledo el ridículo, posero. Si no se te fue el alma en el escenario, posero. Si lees a Dan Brown, posero. Si deseas hacer un video denso y no haz probado cocaína, posero. Y un infinito etcétera. Lo interesante de éstas, y muchísimas otras clasificaciones similares, es que pueden darse la vuelta en la mayor parte de las ocasiones, en unas pocas el consenso ya ha otorgado su veredicto e ignorarlo te convertiría en un posero irredimible.

            Si te gusta lo pesado y tocas violín, posero. ¿Cuándo comenzó la moda de pretender que la forma de sentir de uno es la única genuina? Supongo que ya Patroclo y Aquiles acusaban a los griegos menos feroces de ser ‘poseros’ (Ya lo dije antes, en general no soy el primero en enterarme). La diferencia es que cualquier acusación del hijo de la diosa sería tomada en serio por el resto de sus camaradas en armas, en cambio hoy en día las designaciones provienen de unidades mucho más pequeñas. Los grupitos de amigos levantan sus deditos índice para señalar a los otros grupitos de amigos. Si fuiste a un concierto de black metal con tu polera azul, posero. También se da el caso de las unidades, donde el universo y uno son lo mismo y ‘yo’ puedo juzgar desde la totalidad que me comprende a todos esos poseros.

            Adentrándonos un poco más en el tema, y ampliándolo. Una de las palabras clave, por supuesto, es ‘artista’. Es uno de los vocablos fetiche del medio, tanto de aquellos que participan pasivamente como de los más activos. Cada uno de los grupillos o unidades se apropia del amuleto a su manera, ya sea rechazándolo o incrustándoselo. Desde esta perspectiva, resulta que el artista es bueno per se, si no es bueno entonces no es artista es posero. Esta flojera taxonómica es la que más me molesta, ¿dónde quedaron todos los posibles adjetivos aplicables a la calidad de una obra o al individuo que la crea? Si de calidad se tratara, todos los escritores son poseros, a excepción de Shakespeare. ¿Pintas? Si no eres Miguel Ángel ¡Posero! ¿Poeta? ¿Homero? ¿No? ¡Posero! ¿Escultor? ¿Fidias? Etc. Si no te memorizaste tu poema favorito, posero.

Pésimo, malísimo, un verdadero imbécil. Escribió la novela sin conocer el alfabeto. De todos los presentes en el escenario, la mejor actuación le pertenece al muro. Me gustó más la poesía que compuso mi perro, se titulaba ‘guau’. Fuera del hecho de que se pierde toda la riqueza expresiva que el disgusto por una actitud, o producto cultural, pueda crear, la asociación de ‘calidad’ con la palabra ‘artista’ es un error de juicio de monumentales dimensiones. El artista, en el noventa por ciento de los casos, es el tonto del pueblo, el que observa las nubes y dejó escapar la oveja. El que tiene miedo de matar al lobo, por respeto a ese lindo bicho. El que llora cuando muere el actor que interpretaba a Mercucio. El que se aplazó en matemáticas por terminar de leer ‘La metamorfosis’. El arquitecto sin diplomacia que te arruinará el negocio. El holgazán, porque prefiere estar en su mundo a enfrentar esta realidad. El artista es el sensible y son legión, las grandes maravillas pertenecen a esa otra criatura ‘el genio’, y no se debe confundir a unos con otros, ni restarles sustancia. La belleza del artista (ese, el genérico) yace en su sensibilidad, no en su calidad. Los hay malos, muy malos, pero eso no los excluye de la categoría. Necesitamos mucho de ese adorable conjunto de zoquetes. Si lloras en el cine, posero.

Me parece equivocado fundir el significado ‘artista’ con ‘buen artífice’ y --muy asociado a este concepto-- también considero una gruesa equivocación considerar que la manera en que uno pueda sentir o relacionarse con cierto tipo de arte sea la única genuina. A cada quién le fluye la sangre siguiendo su propio ritmo y si bien algunas actitudes parecen más reflexionadas, a veces una absurda confusión es un síntoma más saludable. Si llora, déjalo. Si busca reconocimiento, déjalo. Si no se conoce todas la reglas, déjalo. Si su noción de estética difiere de la tuya, déjalo. Digan lo que tengan que decir, critiquen lo que tengan que criticar, cada uno tiene derecho siquiera a eso, pero no se refugien en la genuinidad de uno para atacar la falsedad del otro, sería demasiado sencillo, hay muchos más adjetivos y el mundo gris es casi infinito, más rico que el en blanco y negro. Todos somos el verdadero Kalven Clain, con la etiqueta mal grabada y el cierre hecho de una aleación pobre. ¿A quién le importa? El original es casi lo mismo y cuesta cinco veces más, no vale la pena, prefiero seguir escuchando a Ashlee Simpson, su CD está al lado del de Slipknot y Andrew W.K. ¿Posero yo? Seguro que sí.

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14 août 2006 1 14 /08 /août /2006 23:24

            Me temo que cualquier análisis del conflicto que hoy, y desde hace tiempo, se vive en el Líbano e Israel toca los nervios de muchas personas, por lo que no es muy aconsejado opinar al respecto. Así, prefiero darles una serie de datos históricos recordándoles que no se trata de toda la información, sino sólo un fragmento, pero uno 100% verificable por ustedes mismos, para que ustedes lleguen a sus propias conclusiones.

            En 1922, en el mandato de Palestina, territorio/colonia británica, la población judía sumaba menos del 12%. Gran parte de esa minoría llegó a principios del siglo XX. Durante la década de los treinta hay una serie de problemas en la región, debido a enfrentamientos entre árabes y judíos, con los gobernantes británicos atrapados en el medio. A partir de 1944 comienzan a hacerse sentir dos facciones sionistas, la banda Stern y el grupo Irgun, ambos considerados grupos terroristas por los británicos. En 1946, entre muchos otros ataques y asesinatos, Irgun puso una bomba en el Hotel Rey David, sede del gobierno temporal británico, murieron 91 personas y 45 fueron heridas.

            La convulsión del país impulsó a la corona británica a pasar el mandato de Palestina a las Naciones Unidas. Las acciones de Irgun y otras facciones sionistas, fueron una de las razones que motivaron el abandono del mandato. En 1947, las Naciones Unidas, sin consultar con la población árabe, decidió crear un estado judío en el territorio de Palestina, partirían la región en dos porciones. Los judíos representaban el 33% de la población. Debido a que la condición de Palestina era el de una colonia, la opinión del 66% de la población no fue tomada en cuenta. Además hay que anotar que la población judía recién había llegado a la región.

            En las Naciones Unidas, todos los países árabes con voto se opusieron a la partición del territorio Palestino. No importó, el resto del mundo votó para que se crease el estado de Israel y el de Palestina, ambos en territorio genuinamente árabe. En la zona designada para el estado judío, la población de esa fe sólo alcanzaba al 40%. El mandato británico terminaría en Mayo de 1948, hasta ese día, la región vivió una guerra no declarada entre árabes y judíos. Los judíos declararon la independencia de Israel el día 14 de Mayo, antes de expirar el mandato británico, a partir de entonces comenzó la guerra sí declarada entre los nativos árabes, más algún desordenado apoyo de sus vecinos, contra los inmigrantes judíos. 

            Al final de esta primera guerra árabe-israelí, más de 700 mil palestinos quedaron desplazados por las fuerzas israelitas, que no respetaron las fronteras designadas por las Naciones Unidas, al punto de pelear contra los británicos por la ciudad de Yafá. Desde entonces, varios sectores del mundo árabe consideran a Israel como una invasión. Los refugiados palestinos se organizarían en una serie de facciones, y no estarían unificados hasta la creación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), dirigida por Yasser Arafat, miembro de Al-Fatá.

            Árabes e israelíes pelearían más guerras declaradas: en 1956, 1967 y 1973. En 1982 los israelitas invadirían el Líbano. Este pequeño país tenía muchos problemas propios, pero había uno que estaba directamente relacionado con la creación de Israel, en el Líbano vivían centenares de miles de refugiados palestinos, la mayoría estaban incluidos de una u otra manera en la OLP, y ésta organización tenía como objetivo, en esos años, la destrucción del estado de Israel a través de la resistencia armada. Utilizando el Líbano como base, la OLP (al igual que sus pares israelitas de antaño, en su oposición al gobierno británico y la población árabe, Irgun, la banda Stern, o la Jagana), planificó varios ataques terroristas contra intereses israelitas. La OLP, y Al-Fatá, ya había peleado contra Israel como guerrilla, desde Jordania, antes de su expulsión del país en 1971.

            El 6 de Junio de 1982, después de numerosos ataques desde el Líbano por parte de las guerrillas de la OLP, Israel decidió invadir el país para eliminar a esta organización y a las fuerzas sirias que se encontraban en este territorio. Tuvo mucho éxito en su invasión, pero las potencias le retiraron su apoyo, y la URSS estaba deseosa de ayudar a los sirios, clientes suyos. Los israelitas, después de expulsar a la OLP del país (expulsión pactada, ya que la comunidad internacional le impidió eliminarla), crearon una zona de seguridad al sur del Líbano, Israel ocuparía esa región hasta el año 2000. Para luchar contra esta ocupación, y para hacer valer los derechos de la población étnica Chiíta, en un país dividido en intereses étnicos y religiosos, surge Jizb-Alá. Ahora, la historia continúa.

            Según los israelitas, la diferencia entre ellos y lo que ellos llaman una organización terrorista (recuerden que Menajem Beguin, dirigente de Irgun, y directo responsable del ataque al hotel Rey David, es un héroe nacional), es que Israel no tiene como objetivo a los civiles, a diferencia de la guerrilla chiíta que ataca indiscriminadamente. De acuerdo a cifras del gobierno libanés, durante su reciente guerra contra las guerrillas de Jizb-Alá, los israelitas asesinaron más de 791 civiles, y tal vez un centenar de militantes. Por su lado, el gobierno israelita declara que han muerto 116 soldados, y 39 civiles. Según el reclamo del primer ministro del Líbano, Fuad Siniora, los ataques de ejército israelita han hecho retroceder a su país veinte años. El total de los daños todavía tiene que ser evaluado, ¿quién pagará la reconstrucción?

            He escuchado a varios analistas en la televisión, sobretodo CNN, y he leído a algunos, uniformemente opinan que la acción de Israel ha sido la equivocada. La resistencia de Jizb-Alá se ha endurecido, y ¿cuál será el impacto de las imágenes del sufrimiento de la población civil libanesa en la juventud árabe?

            Bueno, estos son los datos, ustedes saquen sus propias conclusiones.

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6 août 2006 7 06 /08 /août /2006 04:17

            ¿Qué es una meme? Básicamente se refiere a “un elemento cultural o de comportamiento pasado por imitación u otras maneras no genéticas”. Es una palabra adaptada, por las ciencias sociales, de la biología, y se origina en el griego ‘mimema’, “aquello que se imita”, relativo a gen. Ahora se puede utilizar a ‘meme’ para designar a cualquier elemento o idea que tiene repercusiones. Esta idea no tiene porque ser popular, o muy difundida, sólo tiene que existir, en alguien que la tenga y en otro que la reciba, eso es todo lo que se requiere para que una meme sea tal. Ese es el significado que inspiró el nombre de esta bitácora.

En el caótico mundo moderno, en esta realidad de maravilla (desde el mejor y el peor sentido de la palabra), ‘Mi meme’ pretende ser una bitácora donde siquiera unos cuantos lectores (ojala) entren en contacto con mis artículos. Es la manera más efectiva que encuentro para compartir los pensamientos y percepciones que invaden mi cabeza. El valor de las ideas o información expuesta aquí será juzgada y evaluada por cada uno de ustedes, cada lector será juez y jurado de mis palabras, y, si les urge, podrán hacer algún comentario en este mismo lugar.

Ahora, ¿qué es exactamente una bitácora?

En esencia, en español se utiliza esa palabra para designar a los diarios publicados en la red, en inglés es weblog, aunque la gente ya sólo usa la contracción, blog. Pero hoy en día se utilizan las bitácoras con mucha mayor libertad, con actualizaciones semanales, o cada quince días. Hace casi un año, a Edmundo se le ocurrió publicar sus artículos a través de una bitácora. En otras palabras, yo estoy imitando su idea, no importa si ésta es originalmente suya, a mí me llega a través de él. Éste es, precisamente, el proceso de una meme.

Así que aquí estoy, escribiendo con la esperanza de que siquiera algunos de los artículos que escriba sean de su agrado. Tengo intereses diversos, a la larga, los temas de los artículos reflejarán esa diversidad, ojala les parezcan interesantes. En la medida de lo posible, subiré un artículo por semana, nuevo o alguno antiguo que merezca ser publicado nuevamente.

Sin más preámbulos, los invito a leer y gracias por estar aquí.

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6 août 2006 7 06 /08 /août /2006 03:52

            Lo intentaron varias veces antes y no lo lograron, pero en 1984 el director David Lynch pudo presentar al mundo la película “Duna”. Sería uno de los filmes más atípicos del gran director, y un resonante fracaso comercial. La inversión fue mayor a los 40 millones de dólares, su recaudación apenas alcanzó poco más de 27, y no todo ese dinero iba a los que financiaron el filme (No olvidar la inflación). Creo que Raffaella De Laurentiis, hija del afamado productor Dino, quedó tan impresionada por el fracaso que no volvió a producir un filme de semejante magnitud. Lynch, un director que se caracterizaba por su independencia, sólo se arriesgó a un encuentro más con el mundo comercial de la producción audiovisual, me refiero a la muy exitosa serie de televisión “Twin Peaks”. Mientras tanto, ¿qué podía hacer Universal con un filme que no había ganado dinero? Sacarle el jugo. Secar la pobre fuente hasta que no quede una gota.

            Pero “Duna” tenía muchas más posibilidades de las imaginadas al principio. A pesar de todo, no era una mala película, es cierto que contenía los peores defectos de su director: sus manías y artificios, mas no dejaba de ser una producción con su huella, su genio, con la marca de su muy particular y magnífico pincel. La novela de Herbert estaba muy resumida, ese era uno de sus problemas con el público en general y los seguidores del escrito. También hay salidas de tono, exageraciones y deformaciones del original. Sí, y sí. Pero es deber mencionar otros aspectos: el ambiente fantástico, el mundo increíble, lo misterioso y extraño del universo herbertiano imaginado, o deformado, por Lynch. “Duna” tenía algunas cartas que jugar, y las jugó para ganar. El filme se basaba en una gran novela, publicada en 1965, tenía muchos seguidores, y de un amplio rango demográfico, no sólo eran jóvenes, ni viejos, ni sólo hombres. La novela siempre es incluida entre las 25 mejores de toda la ciencia ficción escrita, y sigue siendo una de las más vendidas hasta el día de hoy. Además, una adaptación que es a la vez una superproducción siempre produce algunas olas. En los años ochenta comenzó a circular por televisión, un documental sobre la producción, nos mostraba la magia del cine y nos hacía antojar el filme. También hay un libro sobre la historia de la filmación. En esos días las películas no se estrenaban como hoy, en todo el mundo casi a la vez, o con sólo semanas de diferencia, algunas películas todavía tardaban años en llegar, ese fue el caso de “Duna”. Debido a que fue un fracaso en taquilla no circuló por Latinoamérica inmediatamente, y al país llegó un par de años más tarde. No le fue mal, pero los mercados externos a los Estados Unidos eran, y son, demasiado pequeños.

            Desde mediados de los ochenta, el filme llegó a la pantalla chica en su versión fílmica y, a finales de la década, en otra más larga que Lynch rechazó como suya y fue acreditada al director fantasma Allan Smithee. Pero, a pesar de las protestas de su director, la película seguía haciendo dinero, además estaban las ventas de video y la banda sonora, compuesta por la entonces famosa banda ‘Toto’. Parecía que los seguidores de la obra se iban acostumbrando a las imágenes de Lynch, y ellos conocían el libro y lo resumido de la misma los tenía sin cuidado. Entonces, a principios de los noventa, llegó el juego de computadora, de nombre homónimo, el juego le debía mucho no sólo al libro sino también al filme de Lynch. El juego imitó todo lo bueno del filme, evitando los malos detalles. Una nueva generación se contagiaba del gusto por la obra de Herbert. Este juego inició una larga serie de secuelas, incluyendo la afamada “Dune 2”, el que, sin inventar el género, popularizó y creó el ejemplo a imitar de los llamados juegos de estrategia en tiempo real. Esta serie continua hasta nuestros días con nuevos productos.

            Poco a poco los seguidores de la obra y, con peros, del filme, comenzaron ha hacer sentir su presión económica. Los discos del filme se reeditaron, hasta que finalmente la película apareció en DVD, renovada en una edición para coleccionistas. Ninguna otra película de este gran maestro de lo bizarro ha tenido ese honor. Lynch fue siempre el favorito de todos aquellos que aprecian la fuerza de la imagen. Las revistas de cine y los periódicos culturales siempre le prestaban, y prestan, una atención que no correspondía con su rendimiento en taquilla. En “Duna”, Lynch estaba fuera de su elemento, la historia de la superproducción le exigía enfrentar situaciones narrativas que el no había tocado nunca antes: muchos efectos especiales, batallas y una historia que le era ajena, a pesar de todos sus esfuerzos por apropiarse de ella. Los diversos desafíos que enfrentó el equipo de producción, filmando en Méjico para ahorrar dinero, cobraron un precio elevado en la obra. Lynch hizo lo que pudo, lo mejor que pudo, y ya no pudo más. “Duna” es siempre un tema triste para el director que prefiere no tocar este capítulo de su filmografía.

            Tuvieron que ser los seguidores de la obra, tanto de Lynch como de Herbert, los que elevasen al filme a la categoría de obras de culto. Ahora está ahí, en un estuche metálico, con una magnífica impresión en la cubierta y la contracubierta, es el DVD de “Duna”, más la versión de Allan Smithee. Ya todo el mundo se quejó de la misma, desde el público hasta el director, ya fue un gran fracaso. Pudo más el gusto por las secuencias del sueño, la música, la rarísima presencia del navegador de la cofradía, los gusanos; mecánicos y tiesos, igualmente impresionantes, la euforia de las batallas, la cascada de misteriosos y evocadores nombres (Bene Gesserit, Harkonnen, Atreides, Arrakis... fremen), y la fantástica realidad que Herbert y Lynch habían creado, más pudo lo que había dentro del filme, que todo lo que le faltaba, todo lo que había cambiado, todos sus errores (desde los saltos narrativos hasta el megalomaniático final). Si “Duna” es prueba de algo, es de la fuerza del público. Es para ellos que se construyen las obras, y es gracias a ellos que éstas adquieren vida.

“Duna”, escrita y dirigida por David Lynch, basada en una novela de Frank Herbert, existe gracias a su público.

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